miércoles, 29 de octubre de 2008

Los guanacos y yo

Aprendi a trotar en Chicureo, en caminos mal pavimentados, sin veredas, esquivando autos manejados por rabiosos impacientes y camiones al mando de desconsiderados choferes amparados en la voluminosidad de sus máquinas. Más o menos como las vicuñas, guanacos y llamas que sortean las minas enterradas para cruzar el interminable altiplano boliviano chileno.

Pero me encanta. Porque a pesar de los obstáculos, un repentino aroma de azahar puede envolverme, o todo se queda en silencio. Hay muchas rosas que adornan el camino. Casi me siento feliz.