lunes, 25 de mayo de 2009
Anastasia estaba vestida para salir. De vestido largo, color discreto, no vaya a ser que llame la atención de algún caballero indebido, desentendido, maleducado, tacos altos, pelo suelto, mirada tímida, sonrisa cautelosa, temerosa. Pobre Anastasia, toda la vida se había debatido entre pensar menos y actuar más. Ser más espontánea y menos temerosa. Si al final, racionalizaba Anastasia, la vida se pasa en un milisegundo. Pero esa tendencia en ella era más fuerte. Recordaba, dilucidaba, tamizaba cada acción, dicho y sentimiento, pasándolo todo bajo un severo e inmisericorde escrutinio. Si, esa noche Anastasia estaba vestida para salir.
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