miércoles, 29 de octubre de 2008

Los guanacos y yo

Aprendi a trotar en Chicureo, en caminos mal pavimentados, sin veredas, esquivando autos manejados por rabiosos impacientes y camiones al mando de desconsiderados choferes amparados en la voluminosidad de sus máquinas. Más o menos como las vicuñas, guanacos y llamas que sortean las minas enterradas para cruzar el interminable altiplano boliviano chileno.

Pero me encanta. Porque a pesar de los obstáculos, un repentino aroma de azahar puede envolverme, o todo se queda en silencio. Hay muchas rosas que adornan el camino. Casi me siento feliz.

viernes, 25 de julio de 2008

"i carry your heart with me (i carry it in my heart)
i am never without it (anywhere i go you, my dear)"

fragmento estelar de un poema de e.e. cummings


pensaria en Alfredo, en mis hijitos, en mi mamá.... mi corazón está lleno con sus corazones...

jueves, 24 de julio de 2008

Mi k'asaventana


Ayer se le cayó el diente a mi Pedris. Muñeco, se ve tan lindo con la sonrisa incompleta. Llegó corriendo con el diente en la mano y contándome que su primo Matías le arrancó el diente. Luego, la Omi me contó detalladamente la "extracción odontológica", que Matías fue muy cuidadoso y Pedrito, muy valiente. El ratoncito pasó en la noche, le dejó un billete y un chocolate. El billete ya está en la alcancía y el chocolate esta siendo saboreado a escondidas. Por lo menos, a mi no me han invitado ni un poquito. Pedrito esta feliz, feliz.

domingo, 29 de junio de 2008

las negligencias de la vida

Estoy enferma y con fiebre. De las pocas veces que me ha pasado. Como tiendo a rebuscar las cosas, pienso que estas recaidas son como un aviso de que algo no me gusta, algo debo desechar, enmendar, rectificar o encontrar en mi vida. A ver, repasando, soy muy desorganizada. Si me organizara, mi blog recibiria entradas por lo menos una vez por semana. Me acuerdo del blog en el auto, cuando estoy manejando en la autopista y cuando llego a mi casa, ya lo he olvidado. Otra cosa es que me siento muy sola. No tengo con quien compartir mis vivencias diarias, buenas o malas, graciosas o tristes, tiernas o angustiantes. Las amigas de la "Mirada de María" ya son un recuerdo, una amistad que no floreció y lucho por mantener la amistad de la Eloisa, a quien quiero mucho. No quiero ahogarme en este vaso de agua, asi que a pasar la página. Hoy está naciendo la Sofia, la hija del Tiqui. Pero todavia no se si ha nacido, si están en trabajo de parto, ya se están demorando mucho, creo que están en la clínica desde las nueve de la mañana. Asi que cambiando de ánimo: hoy es un día de fiesta.

lunes, 17 de marzo de 2008

Mi vida en la cuerda floja

Es tan incierta la situación ahora que me siento cayendo por un abismo, algo así como Alicia cuando entraba al País de las Maravillas, sin saber a que aterneme y sin saber qué va a detener mi caida. Y como es tan larga, al igual que la de Alicia, trato de acomodar ciertas rutinas para ayudarme a contrarestar la sorpresa que depara la aventura. Desde que Alfredo salió de Prolam, nada he tomado por sentado. Hace cuatro meses que ando jugando a la gallinita ciega cada día, rezando cada vez que puedo, arrugándome desde las entrañas, con una angustia que no me da tregua ni pausa. Cierto es, y agradezco al Buen Señor por ello, que no nos asolan tragedias irremediables. Pero por Dios que es dificil asumir mi día a día sin la seguridad de un sueldo que vaya a afrontar tu realidad: los niños, el colegio, los doctores, los seguros, la casa, la comida, etc. Hoy veo con resignación como va mermando la plata de la cuenta bancaria, al mismo tiempo que poco queda de la comida para perros. Y se va acabando la gasolina del estanque y asi sucesivamente. En fin, papelito virtual, aguanta mi penita. Alfredo comenzaba hoy en McCann, pero no se le escuchaba muy entusiasmado. Y todavia no llega. Mi estómago está pegado a la espalda y aqui estoy, desahogando mi angustia, que es la misma que vengo sintiendo hace medio año. Voy a seguir rezando y seguir ofreciendo este sentimiento. ¿Qué más me queda? Además, no es tan grave y hay cosas peores.

jueves, 28 de febrero de 2008

Escarbando en la nada

Hagamos el ejercicio: una vez por día, amaestrar la voluntad, doblegarse a la escritura, aunque no tenga nada que decir. Pocas actividades rellenan mi día. Entre las pocas, salgo a trotar y disfruto de mi contacto cotidiano al aire libre. No puedo decir que entro en contacto con la naturaleza, porque troto por veredas y avenidas adornadas con lindos árboles y poco frecuentadas por automovilistas y transeúntes. Los más son los jardineros encargados de mantener esos espacios verdes, pero tanto cuando voy de ida como de vuelta, están sentados a la sombra, haciendo una pausa en su labor. ¿Será? Pero si no los he visto trabajar... ¡nunca! De cuando en cuando, mientras corro, escucho a las lagartijas corretear entre los arbustos que acompañan la vereda. A veces son pajaritos, golondrinas que revolotean entre la hojarasca. Ocurre que no tengo MP3... ¡qué desafinación! Es decir, no estoy a tono con los tiempos ni las modas. Me da lo mismo, hasta que pueda comprarme uno. Mientras tanto, mis pensamientos resuenan en mi cabeza en estéreo. A veces rezo, agradezco a Dios por las bendiciones que nos regala cada día, a mi y a mi familia. Luego imagino que estoy conversando con alguien, diciendo cosas que me quedaron pendientes y que en el fondo nunca van a decirse. Para qué, me pregunto. Algunos pensamientos y sentimientos deben permanecer enterrados, no deben expresarse nunca, para preservar amores, amistades, relaciones familiares, la vida... Y ello no es hipocresía, sino sensatez. Y bueno, luego sigo trotando, dándome ánimos y de repente ya no pienso en nada y estoy concentrada en el ritmo de mi respiración y en el esfuerzo que estoy haciendo. A veces, como hoy día, me dan ganas de saltar, como si me sintiera feliz. Aunque sea por un ratito.

lunes, 11 de febrero de 2008

entre tantos, no hay ninguno

Estoy igual que mi amiga Veris y mi cuñado Rodo: trotando. Claro que recién he comenzado hace una semana y todavía lo hago de a poquito, corriendo unos 3 o 4 kilómetros y tratando de aumentar la distancia cada vez. Además ya me compré unos kits que me van a salvar las rodillas. En cuanto a indumentaria, todavia troto como deportista pobre y esforzada. Pero ya me iré poniendo al día. Es increible la industria del consumo. Hay ropa para trotar, para el gimnasio, para hacer trekking, para ir al supermercado después de tu clase de aeróbicos, en fin. Así que he ido a un sinfín de tiendas y en todas hay shorts normales, apretados, largos, cortos, a media pierna y eso que son los de verano. Luego, en la temporada de invierno, llegarán los buzos largos. Por ahora, hay poleras sin mangas, con manga corta, modernas, clásicas, con diseños, colores pasteles y chillones, para todos los gustos. A mi me sirve la polera blanca y el short azul, para qué más, me pregunto. Pero aún para mi famélico gusto hay muchas variaciones. ¿Qué está pasando en el mundo de hoy? Es un consumismo interminable, la caja de Pandora. Lo mismo pasa con los shampoo. Hace unos años habían básicamente tres tipos de shampoo: para cabello normal, graso y seco. Hoy día me mareo con la variedad que figuran en los estantes de los supermercados y farmacias; hay shampoo para cabello rizado, rizado sin frizz, opaco, seco, quebradizo, reseco, maltratado, liso, liso extremo, hidratante, rizos hidratados, puntas secas y raíces grasas, tinturado, brillo extremo, rubios brillantes, castaños brillantes, rojos brillantes. En alguna de estas categorías entra mi pelo, pero no sé en cuál. Hasta el día de hoy no he encontrado uno que realmente me sirva. En realidad, solo quiero lavarme el pelo y que quede lindo. Y sólo quiero hacer un poco de ejercicio...

jueves, 7 de febrero de 2008

la ciudad que se me escapa entre los dedos

Algo distinto me ocurre cuando voy a trotar. Vivo en una zona rural, con calles pavimentadas a la mala, caminos de tierra, árboles y arbustos que acosan desordenadamente la pasada, asi que opto por irme a un condominio, organizado, debidamente pavimentado, limpio. Pido permiso para entrar y dar una vuelta trotando y así sigo, pero me siento extraña. He vivido tanto tiempo en la ciudad, acostumbrada a gozar de los espacios urbanos que son de uno y de todos, que me siento en cierta forma invadiendo un espacio privado. Algunos pensarán que soy una nueva vecina que llegó al condominio, que es enorme. Otros ni se darán por aludidos. No se ve a nadie en las calles. Nadie camina, nadie pasea. Los jardineros merodean por los alrededores, regando el pasto que clama por agua en los calientes días del verano. Muchos albañiles se cuelgan de los muros a medio construir. No hay nadie más. Sólo yo trotando, entorpeciendo lo que parece una silenciosa fotografía publicitaria: "ven a gozar de la paz del campo a solo 10 minutos de la ciudad". Pero pareciera que nadie goza nada en este oasis de cemento. Pareciera. Es que ahora todos nos conformamos con parecer, la vida es un espejismo, una verdad velada. Quien sabe si detrás de las paredes, escondidos en las casas, gozan de si mismos. Ya no es la ciudad a la que estoy acostumbrada, la que me pertenece y la que comparto. Y yo tampoco soy la misma. Más tarde, cuando estaba llegando a mi propio condominio, un auto manejado por un extraño aprovechó mi pasada y entró a la parcela. Lo miré y miré la placa del auto para memorizarla. Quise parar y preguntarle si buscaba a alguien. Estoy desconfiando. El auto pasó de largo a la casa del fondo. Ásí como yo cuando trotaba, pasando de largo por las casas inertes. Qué pena haber llegado a esto, una ciudadanía segregada, buscando el bienestar entre cuatro paredes. Estamos olvidándonos de vivir en sociedad. Cuánto extraño la ciudad que es mía y de todos, cuánto extraño a la Anastasia que no tenía pudor en pasear por las calles.